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»El corazón humano es lo más engañoso que hay,
    y extremadamente perverso.
    ¿Quién realmente sabe qué tan malo es?
10 Pero yo, el Señor, investigo todos los corazones
    y examino las intenciones secretas.
A todos les doy la debida recompensa,
    según lo merecen sus acciones».

Jeremías confía en el Señor

11 Los que acaparan riquezas en forma injusta
    son como las perdices que empollan los huevos que no han puesto.
En la mitad de la vida perderán sus riquezas;
    al final, se volverán unos pobres viejos tontos.

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